Después empezó la parte de la música que siempre me lleva al Templo del Maestro Miedo, y allí aparecí. Debajo del agua, sintiendo cada célula de mi cuerpecito acuático temblar ante la presencia del mismísimo Maestro Miedo en persona, devorándome. Eran como miles de seres llenos de dientes comiéndome. Aún me da miedo… pero yo era un ser de luz, y lo único que pensaba era “respira… respira” lo único que podían hacerme era quitarme mi cuerpo físico, pero yo, soy intocable. Soy indestructible. De pronto cuando estaba más aterrorizada todos me agarraron y me implosionaron, como si me hundieran en un agujero negro reduciéndome a su tamaño!
Y entonces abrí los ojos, con repentina calma. Todo a mí alrededor estaba tranquilo. Las sombras seguían ahí, mirándome. Seguía en el Templo del Maestro, pero no del Maestro Miedo. Me encontraba sentada en un cojín en el mismo Templo solo que a kilómetros de altura, en una montaña Tibetana. Frente a mí tenía un maestro, alguien que al principio no podía definir, todo esto mientras tenía los pies bien enraizados a la realidad material de mi cuarto y al árbol de energía de Lou Bega, entonces lo reconocí. Era Víctor! Quién me dijo que me enraizara! Y estaba ahí, sé que era él. Era su yo más real, el creativo, no el tímido. Dijo que quería saber más de mí y le di mi cuenta del Facebook, no sé si en breve tendré una petición de amistad suya… sería lo suyo xD sigo.
La música volvió a cambiar, y en ese instante las sombras me cogieron y yo flotaba por encima del picudo tejado del Templo. Me estaban cambiando, lo notaba por dentro. Mi cuerpo se solidificaba, como si se hiciera real. Pude sentir la electricidad en el cerebro la sangre corriendo por mis venas con cada pulsación un martillazo en los oídos, sin dolor. Natural. Como si esta fuera yo en realidad. Me vi brillar. Cuando terminaron, sentí algo distinto. No era yo. Era yo pero había alguien mirando desde detrás de mis ojos. Alguien escondido, disfrutando cada aliento, cada palpitación.
Cuando me erguí, aún flotando, me miré las manos. No eran humanas. El color de la piel era verde pálido y tenía tres dedos en vez de cinco. Mis pies eran planos, con solo dos dedos anchos, firmemente plantados en el aire. Sentía mi cara diferente, mi cráneo distinto, como si ya no fuera mi cuerpo más. Como si estuviera encerrada en el cuerpo de otro ser diferente a mi pero estuviera viendo por sus ojos. El ser miró arriba y todas las sombras se alzaron volando, nosotros las seguimos, formaban un círculo a nuestro –mi- alrededor, creando oscuridad por donde pasaban. Eran pura energía en movimiento! Las podía sentir, cada una vibrando de una manera diferente pero en suma eran lo más poderoso del universo.
Entonces giraron, como si el eje de su giro fuese yo y un portal completamente negro se abrió ante mí –nosotros-.Parpadeé y cuando miré a mi alrededor me dieron las más terribles ganas de llorar de mi vida… veía un planeta, pequeño y de un cielo rojo. Los edificios estaban arrasados, la gravedad era casi insoportable y no podía parar de llorar, sentía mil muertes a mi alrededor, cuando miré a la derecha vi al ser que me había traído aquí. Me miraba con los ojos llenos de lágrimas, parpadeando horizontalmente, sus brazos largos caídos a sus costados mientras su mirada y la mía vagaban por un mundo muerto, lleno de tristeza. Veía los seres arrastrarse por el suelo, intentando soportar el peso que sentían tirando de ellos. Los árboles, altos y rojos tan solo eran enrejados de una sustancia negra, agarrados a las fachadas de los edificios. El ser cogió mi mano –nuestra mano- y todo giró, como si el tiempo fuese hacia atrás, y de pronto bruscamente paró.
La energía cambió completamente, me estaba enseñando un reflejo de lo que había sido su mundo, vibrante, cada organismo se comunicaba con los demás. Todos eran lo que deseaban ser, sabían perfectamente cómo eran y quienes eran en todo momento. Sigo de la mano del ser, que ahora sonríe débilmente con unos labios casi inexistentes en su estrecha carita. Me mira y todo vuelve a estar desolado, pero el tiempo se detiene. No siento más la presión tirar de mi hacia afuera, tan solo estamos él y yo. Nosotros. Siento que me coge y junta su frente con la mía, y piensa pero yo oigo perfectamente lo que me dice. Gracias…gracias por mostrarme tu mundo y dejarme enseñarte el mío… hacía tiempo no sentía el aire en mi interior… yo tan solo puedo sonreír, decirle te quiero, porque lo amo. Es el ser más puro del mundo, no contiene sino claridad, todos sus sentimientos están ante mí como un mapa, un diseño de quién es ese ser que me abraza. Ese que se fascina con la música y la creación.
Me dice su nombre, pero no lo sé poner en palabras. Me siento feliz, y sigo llorando, porque lo que ocurrió aquí sigue pasando aquí. Los sentimientos de la gente que murió están aquí, como un último desgarro de su memoria colectiva. Volvemos a la montaña en el Tíbet, pero él está más lejos de mi… sé que ahora está feliz. Se aleja por el universo, saltando de vibración en vibración en busca de algo a lo que dar vida… Me despido con la mano y mi hermano me llama para contarme su meditación mientras me seco las lagrimitas de cocodrilo de las mejillas… : )
pd. luego me contais que os parece : )
